miércoles, 25 de marzo de 2009

SOBRE LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA

Quiero, a continuación, adjuntar una carta que me ha llegado a través de un amigo.
Me parece interesante incluirla puesto que muestra, de manera muy explícita, la importancia de enseñar la Historia limpia y sin manipulaciones sectarias y tendenciosas de ningún tipo.

Carta de Pérez Reverte a un lector vasco

“Cortos de razones, largos de espada”
Eres joven y guipuzcoano, según deduzco por tu carta y el remite.
Escribes como lector reciente de la última aventura de nuestro amigo Alatriste, contándome que es el primer libro de la serie que cae en tus manos. Te ha gustado mucho, dices, excepto el hecho «poco riguroso» y «poco creíble» de que una galera española estuviera tripulada por soldados vizcaínos que combatían al grito de "Cierra España" ; en referencia a la Caridad Negra , que en los últimos capítulos combate a los turcos, en las bocas de Escanderlu, llevando a bordo a la compañía del capitán Machín de Gorostiola. Y añades, joven amigo -lo de joven es importante-, que eso no disminuye tu entusiasmo por la historia que has leído; pero que el episodio de los vizcaínos te chirría, pues parece forzado. «Metido con calzador -son tus palabras- para demostrar que los vascos (y no los vascongados, don Arturo) estábamos perfectamente integrados en las fuerzas armadas españolas, lo que no era del todo cierto.»
Son las siete últimas palabras del párrafo anterior las que me hacen, hoy, escribir sobre esto; la triste certeza de que realmente crees en lo que dices. Te gusta la novela, pero lamentas que el autor haga trampas con la Historia real; la auténtica Historia que
-eso no lo cuentas, pero se deduce- te enseñaron en el colegio. Así que, con buena voluntad y con el deseo de que yo no cometa errores en futuras entregas, me corriges. Debería, a cambio, escribirte una carta con mi versión del asunto. El problema es que nunca contesto el correo.

No tengo tiempo, y lo siento. Esta página, sin embargo, no es mala solución. La lee gente, y así quizá evite otras cartas como la tuya. De paso, extiendo mi respuesta a la cuadrilla de embusteros y sinvergüenzas de los sucesivos ministerios de Educación, de la consejería autonómica correspondiente, de los colegios o de donde sea, que son los verdaderos culpables de que a los diecisiete años, honrado lector, tengas -si me permites una expresión clásica- "la picha histórica hecha un lío".
Machín de Gorostiola es un personaje ficticio, como su compañía de infantería vizcaína. En efecto. Pero uno y otros deben mucho al capitán Machín de Munguía y a los soldados de su compañía, «la mayor parte vascongados», que, según una relación del siglo XVI conservada en el Museo Naval de Madrid, pelearon como fieras durante todo un día contra tres galeras turcas, en La Prevesa.
En cuanto a lo de "Cierra España", ni es consigna franquista ni del Capitán Trueno. Quien conoce los textos de la época sabe que, durante siglos, ése fue usual grito de ataque de la infantería española -en su tiempo la más fiel, sufrida y temible de Europa-, que en gran número, además de soldados castellanos y de otras regiones, estaba formada por vizcaínos; pues así, vizcaínos, solía llamarse entonces a los vascos en general, «a veces cortos de razones pero siempre largos de bolsa y espada». Y guste o no a quien manipuló tus libros escolares, amigo mío, con sus nombres están hechas las viejas relaciones militares, de Flandes a Berbería, de las Indias a la costa turca.
Los oprimidos vascos fuisteis -extraño síndrome de Estocolmo, el vuestro- protagonistas de todas las empresas españolas por tierra y mar desde el siglo XV en adelante. Ése fue, entre otros muchos, el caso de los capitanes de galeras Iñigo de Urquiza, Juan Lezcano y Felipe Martínez de Echevarría, del almirante Antonio de Oquendo, su padre y su hijo Miguel, o de tantos otros embarcados en las galeras del Mediterráneo o en la empresa de Inglaterra. Las relaciones de Ibarra, Bentivoglio, Benavides, Villalobos o Coloma sobre las guerras del Palatinado y Flandes, los asedios, los asaltos con el agua por la cintura, las matanzas y las hazañas, las victorias y las derrotas, hasta Rocroi y más allá incluso, están salpicadas de tales apellidos, sin olvidar las guerras de Italia: en Pavía, por ejemplo, un rey francés fue capturado por un humilde soldado de Hernani, en el curso de una acción sostenida por tenaces arcabuceros vascos. Y te doy mi palabra de honor de que aquel día todos gritaron, hasta enronquecer, "Cierra España": voz que, en realidad, no tenía significado ideológico alguno. Sólo era un modo de animarse unos a otros -eran tiempos duros- diciéndole al enemigo de entonces, fuera el que fuera: Cuidado, que ataca España.
Así que ya ves, amigo mío. No inventé nada. El único invento es el negocio perverso de quienes te niegan y escamotean la verdadera Historia : la de tu patria vasca -«La gente más antigua, noble y limpia de toda España», escribía en 1606 el malagueño Bernardo de Alderete- y la de la otra, la grande y vieja. La común. La tuya y la mía. ¡¡¡¡¡ E S P A Ñ A !!!!!

Publicado en XL Semanal, 19 de Agosto de 2007

martes, 24 de marzo de 2009

TIEMPO DE SEMANA SANTA

Es tiempo de Semana Santa y para mí, ésta va indefectiblemente vinculada a la Ciudad que me vio nacer.
No recuerdo otra Semana Santa que no sea la de Úbeda. No he vivido otra Semana Santa más que esta. A mis 33, no he sentido el más mínimo interés en estar en otro sitio, en otra ciudad, en otro lugar que no sea Úbeda durante los días de Pasión.
Puede parecer ridículo, cateto e incluso chovinista, no lo voy a negar. Sin embargo hay algo dentro de mí que, en estas semanas previas, remueve mi interior y me hace arder en deseos de conocer, devorar, engullir, todo aquello que sé, sobradamente, se está cociendo en mi tierra.
No es algo nuevo. Me he criado y he crecido en ese ambiente. Un ambiente al que los amigos, que aún hoy conservo, también pertenecían. Todos pertenecíamos a alguna Cofradía. Todos disfrutábamos, y aún lo seguimos haciendo, esa Semana como ninguna otra.
En vísperas, noches de ensayos, de cornetas y tambores, de hondos sonidos de timbal, de risas, de bromas, de amigos...
Y aún sigue estando ahí ese gusanillo, ese come-come que se hace más y más fuerte conforme se acerca la primavera, que se hace tan intenso, que hasta me parece notar el olor del incienso mucho antes de prenderse el Domingo de Ramos.
Otro año más, se acerca la Semana Santa y vuelvo a esperarla con la candidez e inocencia con que la esperaba cuando era un niño.