martes, 4 de octubre de 2016

LA PLAZA EN MI MEMORIA

A mi amiga Manoli y a todas esas personas que han
madrugado tanto para abrir sus puestos en la plaza.

Llegaba el sábado y mi madre me levantaba a las ocho y media. - Vamos hijo, me decía.     -No podré tirar del carro y tienes que ayudarme.

Refunfuñando y con total desgana me vestía tras lavarme la cara, me tomaba un vaso de leche y aún bostezando salía a Vista Alegre sin encontrar siquiera a perros que me mirasen extrañados. Hacía frío y lloviznaba. En realidad toda la noche había estado lloviendo, o eso creo. Al menos cuando volví a casa de tomar la última copa con los amigos en La Escalera, llovía.

Tras bajar las escalerillas de la tienda de Pepa, frontera del barrio, enfilábamos la carretera y calle del Trillo por su estrecha acera y ahí estaba la plaza, el mercado de abastos. Subíamos por la escalera para hacer la primera parada en el puesto de Antonio “el carnicero”, un tipo grande y fornido amigo de toda la vida de mi abuelo Antonio “Ciribulle” y al que creo recordar, proveía de carne a su casa desde tiempo inmemorial. Antonio “el carnicero”, de la Caída como mi casta, era de trato agradable, con una voz grave y socarrona que no importunaba la simpatía de la persona que se encontraba tras ese enorme mandil blanco plastificado manchado de sangre. Junto a él, su esposa unas veces, otras su hijo, un joven fuerte y rubio cuyo pelo ensortijado contrastaba con el peinado de su padre, siempre peinado para atrás con una estética que me recordaba a la imagen de ese torero, ese tal Manolete, cuya cara aparecía en aquel cartel de toros que pendía en la pared del puesto-taberna de enfrente y donde mi padre, algunas veces y si el trabajo se lo permitía, tomaba café y copa de fundador mientras esperaba que mi madre terminase de comprar.

Cuando mi madre terminaba con Antonio, siguiente parada: el pescado. Para llegar a los puestos del pescado teníamos que atravesar casi todo el mercado por la calle lateral doblando la esquina puesto que, la planta del edificio, era poligonal. Me costaba entender por qué en los escasos metros que había de un sitio a otro tardábamos tanto. Es cierto que había mucha gente y que mi madre se paraba con unas y otras y brevemente se preguntaban por la salud, por sus padres, por sus hermanos…. Se ponían al día en cinco interminables minutos en los que, amén de la pesadez que suponía para un jovenzuelo de 16 años esa actividad matutina, me transmitían una tediosa familiaridad entre las dos charlatanas. Una escena que, para mi desazón, se repetía varias veces en el camino de puesto a puesto.

Como digo de la carne al pescado, un manjar que no me entraba por el ojo y que me daba cierto asco. -Mira que frescas, ¡si están vivas!, decía la pescadera mientras mostraba las agallas del bicho a mi madre. Y del pescado a la fruta. - Saca el pescado, mete la fruta y vuelves a poner el pescado arriba para que no se espachurre,  decía mi madre. El caso es que ni la fruta ni la verdura cabían ya en aquel carro y tenía que cargar con aquellas bolsas en la mano de vuelta a Vista Alegre. Pero antes una última parada en el “tío de las especias”. Un poquito de azafrán en hebra “Carmencita” -una cajita minúscula con unos hilos más tiesos que juncos-, colorante, tomillo y alguna cosa más que no recuerdo. No, perejil no. Ya nos dió el bueno de Antonio “el carnicero”.

Hoy recuerdo con añoranza aquel mercado, vivo, pletórico, radiante, donde costaba moverse entre el gentío. Gente que se conocían de toda la vida, como si fuesen familia. Lugar de encuentro y de reencuentros, de aquellos que hacía tiempo que se marcharon del pueblo y si volvían de vacaciones, les gustaba ir a la plaza que añoraban en Madrid o en Barcelona porque los supermercados, hipermercados y grandes superficies ya se habían impuesto.


La plaza, mi plaza. Me apena que desaparezca. Sí, que desaparezca porque morir no morirá. El rumor constante que inundaba aquel espacio, el voceo de los vendedores en sus puestos, el olor a huerta y a mar. Los encuentros, las esquelas en puerta, el solo y la copa de fundador o del mono, mi plaza. Mi plaza de Úbeda podrá desaparecer, pero morir no morirá mientras quien estas líneas escribe, aún respire.

sábado, 17 de septiembre de 2016

LO QUE LA RAZÓN ENTIENDE, EL CORAZÓN NO COMPRENDE

A comienzo de los años 90, siendo apenas recién nacido adolescente, sentí esa punzada la primera vez.


Fue casi por esta misma fecha cuando mi hermano Antonio, el número 1, abandonaba nuestra casa familiar para emprender un nuevo camino que tenía obligado paso por la Universidad de Granada y estudiar una carrera.

No olvidaré la tarde de aquel domingo en la que, tras la comida en casa, llegó el momento de la despedida. Pese a la cercanía, no pudieron ocultarse los sentimientos que afloraron en forma de lágrimas sobre las mejillas y abrazos de amor y cariño.


Aquel adolescente, resignado, tuvo que acostumbrarse a la ausencia de su hermano mayor con quien había compartido cama de niño, cariño de hermanos y casi una divina veneración encerrada en mi todavía cándida mirada.
Cuando la escena se repitió un tiempo más tarde con mi hermano Manolo, el número 2, aquella sensación no fue la misma, supongo que por la experiencia que ya teníamos todos.


Las citas y encuentros se reducían a Navidad, Semana Santa, algunas semanas en verano y algún fin de semana en que mis hermanos venían o puntuales domingos en los que mi padre cogía el forillo y se iba a verlos con mi madre.


Hoy he vuelto a sentir algo muy parecido a lo que sintió el adolescente aquella primera vez al ver a Marián partir a Málaga, con Ania y Paula, en un coche con maletas cargadas de ropa, esperanza e ilusión y sentimientos de tristeza que han vuelto recorrer las mejillas exprimiendo los corazones.

Buen viaje y buena suerte Antonio, Marián, Ania y Paula. Nos vemos pronto.

jueves, 30 de junio de 2016

PAN Y CIRCO. LAS FIESTAS DEL RENACIMIENTO (Y LA CASA SIN BARRER)

Foto de José Ruiz Quesada
Se cumplen trece años de la declaración de Úbeda y Baeza como ciudades Patrimonio de la Humanidad, reconocimiento que realiza la UNESCO por la excepcionalidad y calidad de sus centros históricos adornados ambos con joyas excepcionales del Renacimiento.

Desde entonces, y año tras año, pan y circo para recordar aquella efeméride del año 2003. Pero poco más.

Las recomendaciones realizadas por ICOMOS y vinculadas a la declaración y los compromisos adquiridos en este sentido por ambas ciudades aún siguen sin cumplirse. En especial la necesaria creación de un organismo conjunto que venga a velar por ese magnífico patrimonio, día tras día, año tras año, languidece ante falta de un compromiso real por parte de ambas corporaciones que venga a dar cumplimiento a lo que prometieron en el año 2003.

Lejos de recuperar patrimonio,  este se ha perdido o se está perdiendo a causa de una injustificada dejadez, cuando no capacidad personal de algunos de nuestros representantes en estos años que no han movido ni un solo dedo en este sentido. Así, aún vemos como la mayor parte de los inmuebles históricos y con un elevado carácter estético de ambos centros históricos permanecen cerrados, ajándose y caminando hacia situaciones lamentables que resultan inexplicables; o los cientos y cientos de cables que contaminan visualmente los centros históricos y que, pese a existir normativas locales y regionales en este sentido, se obvian una y otra vez afeando y desvirtuando nuestros centros históricos.

Falta determinación y compromiso. Falta el ser conscientes de que esto, el elemento patrimonial, es el principal valor de estas ciudades y que sin un plan que asegure se salvaguarda y una apuesta decidida por la recuperación de lo hoy en día aguanta a duras penas, ambas ciudades estarán amenazadas en uno de sus principales y más importantes valores Es potente la línea que separa la mediocridad de la excepcionalidad y aquí, desgraciadamente, parece que nos encontramos cómodos en el lado más bajo del escalafón pero, eso sí, sacando pecho (o Título) que no supone más que vivir de las rentas y al que poco lustre se le concede.


Lo malo será cuando tan solo nos quede un poco de pan y algo de circo. Pero seguramente sigamos siendo felices por aún tener algo que comer y algo de diversión.

lunes, 27 de junio de 2016

EL CANTO QUE NO CESA

¡Perdona, madre España. La flaqueza
de tus cobardes hijos pudo sola
así enlutar tu sin igual belleza!
¿Quién fue de ellos jamás? ¡Ah! Vanamente
discurre mi deseo
por tus fastos sangrientos y el continuo
revolver de los tiempos; vanamente
busco honor y virtud; fue tu destino
dar nacimiento un día
a un odioso tropel de hombres feroces,
colosos para el mal; todos te hollaron,
todos ajaron tu feliz decoro.
¡Y sus nombres aún viven! ¡Y su frente
pudo orlar, imprudente,
la vil posteridad con lauros de oro!

Manuel José Quintana.
Poesías patrióticas, 1808.

martes, 3 de febrero de 2015

¿QUÉ PASÓ CON EL 2%? ¡AY, MI PUENTE DE ARIZA!

El puente de Ariza es un puente que se alzaba sobre el río Guadalimar formando parte del antiguo camino que comunicaba la ciudad de Úbeda con la Imperial Ciudad de Toledo. Se trata de una construcción promovida por el cabildo de la ciudad y que se enmarcaba dentro de un amplio programa de actuaciones que el mismo llevó a cabo durante el siglo XVI y, donde las mejoras de las comunicaciones - especialmente en la difícil parte norte-, no pasaron inadvertidas.

El proyecto fue realizado por el maestro alcaraceño Andrés de Vandelvira en 1562 comenzándose, a finales de ese mismo año, la ejecución de las obras bajo el mandato del cantero ubetense Antón Sánchez y que finalizarían en 1581. Cuenta el puente con una longitud de cien metros y se conforma con cinco ojos -arcos de medio punto- que responden al esquema "aa b aa" resultando el arco central con una luz mucho mayor (treinta y seis metros) que la de los arcos laterales que actúan como contrafuertes. Se trata pues de una excepcional obra de cantería que, por otro lado, es la única obra de ingeniería que hoy conservamos del maestro Vandelvira.

No vamos a descubrir en estas líneas la figura magistral de Andrés de Vandelvira (1505-1575), ni tampoco la excepcionalidad de su obra en general y de este puente en particular. Sin embargo sí que quiero llamar, una vez más, la atención sobre la actual situación del Puente de Ariza, una situación que se torna cada vez más agónica desde hace años.

El 14 de julio de 1997 el diario "El País" daba la noticia :"El puente renacentista de Ariza, se salva de las aguas". En aquel momento, ya se había empezado a embalsar agua tras las obras realizadas en el Giribaile y, de no remediarse, el puente quedaría bajo las mismas. Pero aún había tiempo. 

El Ministerio de Medio Ambiente, al frente del cual estaba por entonces Isabel Tocino, había aprobado por fin el proyecto para su traslado con un presupuesto de 800 millones de las antiguas pesetas. Unos años antes, el pleno del Ayuntamiento de Úbeda aprobó que, del montante total de las obras, se destinase un 2% para el traslado del puente a las inmediaciones de la ermita del Gavellar. Un tiempo antes, en tiempos del ministro socialista Borrell, los estudiantes de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Granada, bajo la supervisión del profesor Ignacio González Tascón, realizaron un interesante proyecto para su traslado.

Todo estaba preparado y aprobado salvo el único fleco de esa inversión, ese 2%. Un gasto que sería aprobado en unas pocas semanas, quizá en el mismo mes de julio, quizá en agosto o quizá en septiembre. 

Han pasado casi 20 años de esto, 18 concretamente, y aún seguimos esperando ese traslado. El puente de Ariza agoniza, día a día, bajo las aguas del Giribaile. ¿Qué fue de ese 2%? ¿Qué pasó con aquellos 800 millones de pesetas? Y también, ¿qué pasó con el respeto al Patrimonio Histórico y Artístico, con el respeto a Vandelvira, con el respeto a las leyes y, sobre todo, con el respeto a la ciudadanía y su historia?

Hace unas semanas hemos visto con sorpresa, al menos por mi parte, como la Junta de Andalucía, dueña absoluta de las competencias en materia de Patrimonio Histórico en nuestra región, se desentiende de esto y, cuan Poncio Pilatos, se lava las manos pasando el problema y la responsabilidad al Ayuntamiento de Úbeda. 

Tristemente tendremos que ver, una vez mas y al igual que con la antigua cárcel del partido de Úbeda, como se cumplirá aquello de "entre todos la mataron..."

Francisco Javier Ruiz Ramos.
Historiador del Arte.

viernes, 19 de septiembre de 2014

ALGUNAS NOTAS HISTÓRICAS SOBRE LA VIEJA CÁRCEL DE ÚBEDA

Ahora que estamos un poco a vueltas con la más que posible demolición de la antigua cárcel del Partido Judicial de Úbeda quiero, en las líneas siguientes, exponer algunos datos poco conocidos sobre este inmueble y sobre el arquitecto que lo diseñó.





En primer lugar hemos de contextualizar, aunque sea brevemente, la erección de este edificio en la España y en la Úbeda de finales de los años 20. Una Úbeda que, como muchas otras poblaciones de la España de Primo de Rivera, presentaba múltiples deficiencias y problemas que el Directorio Militar (1923-1925) se había propuesto atajar. De esta forma y pese a la supresión de derechos básicos constitucionales como el de libertad de reunión o asociación, se consiguió cierta “paz social” acallando casi por completo a las pistolas que tanto hablaron en la época precedente. Coincidiendo pues con cierta bonanza económica -que tildará a esta etapa como los “felices años 20”- y bajo el amparo y beneficio otorgado por el general Leopoldo Saro Marín, la provincia de Jaén en general y Úbeda en particular, sufrirán cierto desarrollo materializado en el ilusionante pero fallido intento de poner en marcha la línea de ferrocarril Baeza-Utiel, la construcción en Úbeda de los centros escolares de la Explanada, Cristo del Gallo y Alcázar, la rehabilitación del palacio de D. Andrés Dávalos, más conocido como Casa de las Torres, o la realización del Teatro Ideal Cinema por citar tan sólo algunos ejemplos.


En aquellos años, como digo, surge también la necesidad de realizar una nueva cárcel que respondiese a las necesidades del Partido Judicial de Úbeda puesto que la anterior prisión, ubicada en el antiguo Pósitio -lo que hoy es comisaría del Cuerpo Nacional de Policía-, no respondía a las exigencias de la época.


La idea debió fraguarse a principios de 1927 o quizá antes puesto que en el mes de abril de año se adjudican las obras al constructor ubetense Juan Moreno Rus. El arquitecto que diseña el edificio fue Vicente Agustí Elguero, un arquitecto posiblemente de origen valenciano que, junto a Secundino Zuazo, se licenciaría el 1 de marzo de 1913 en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid comenzando pronto su actividad. Así, en esos años, construirá varios edificios en la capital como los que realiza para los señores Fernández-Garzón y Clot, para Juan Ángel Sainz de Baranda en 1914 o para Miguel Agustí Elguero (1919-1922) en pleno Barrio de Salamanca y que responderían a un lenguaje arquitectónico ecléctico adornado con elementos historicistas y modernistas de ascendencia francesa. También de esta época sería el edificio de viviendas y hotel que conforma la esquina de la Gran Vía (número 23) con la calle Montera en colaboración con el también arquitecto José Espelius, artífice de la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid (1919).


En 1920 Vicente Agustí será nombrado arquitecto de la Dirección General de Prisiones y, desde entonces, planteará la construcción de multitud de edificios penitenciarios a lo largo y ancho del país. Así, por citar algunos la Prisión Provincial de Alicante (1923-1925), la Prisión de Mujeres de Valencia (1925), la Prisión Provincial de Málaga (1932-1933), la de San Antón en Cartagena (1935-1936) o la de Úbeda (1927-1928).


Para la prisión de Úbeda, adjudicada su construcción como queda dicho a Juan Moreno Rus, Agustí planteará una fachada cuyo referente lo encontramos en la Cárcel Modelo de Madrid construida entre 1887 y 1874 por los arquitectos Tomás Aranguren y Eduardo Adaro, es decir una crujía horizontal, en el caso de Úbeda retranqueda, enmarcada por sendos cuerpos en los que se abren unos vanos adintelados en sus frentes y laterales. Levantada sobre un zócalo de piedra, en la crujía principal se sitúa la portada ligeramente adelantada a la línea de fachada y a la que se accede por una escalera doble. A los lados de la misma se abren tres arcos carpaneles en ladrillo, un material que junto a la volada cornisa de su cubierta le confieren el aspecto neomudéjar. Difiere también de la Cárcel Modelo en la planta, puesto que en la de Úbeda ésta viene a conformar una T.


El solar donde se ubica fue adquirido por el Ayuntamiento de Úbeda siendo abonada por el mismo la cantidad de 2.250 pesetas en el mes de mayo de 1927. Así las cosas, las obras comenzaron el 21 de junio de ese mismo año y debieron realizarse con celeridad puesto que ya para el mes de julio de 1928 estaban finalizadas. Así lo demuestra que, el día 28 de ese mes, el Director General de Prisiones D. Constante Migueles de Mendiluce, el Jefe de la Sección de Obras D. José Picazo y los arquitectos Miguel Sainz de Vicuña y Vicente Agustí Elguero, fuesen recibidos y agasajados en Úbeda por una representación de la corporación municipal, con el alcalde D. Baltasar Lara a la cabeza, amén de autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Tras la llegada a Úbeda de la comitiva y ya en la nueva cárcel, se produjo el “acto de entrega provisional del edificio” tras cuya firma, se trasladaron al Hospital de Santiago y posteriormente se les ofreció una visita por la ciudad. Ya por la noche, una cena en el Hotel Comercio puso el broche de oro, entre los sones de la Banda Municipal dirigida por Emilio Sánchez Plaza, a una jornada inolvidable que forma parte de la Historia de Úbeda.


86 años después, si la cordura no prima y nadie lo remedia, esta vieja cárcel que encierra tantas historias entre sus muros será demolida. Resulta curioso que una Úbeda, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, muestre tan poco respeto por su patrimonio y por su historia. Seguimos empecinados en querer ver únicamente en la arquitectura renacentista el sello de excelencia que Úbeda encierra y, sin embargo, obviamos otras muchas construcciones realizadas en otros estilos posteriores que, por su estética y en algunos casos por su calidad, merecen nuestra atención, nuestro respeto y nuestra salvaguarda.


El edificio de Correo de la calle Trinidad, obra del pontevedrés Alejandro de la Sota, cumple este año su 50 aniversario. Se trata de un ejemplo singular de la arquitectura racionalista en nuestra ciudad en el que muy pocas personas reparan y que está respetuosamente integrado en su entorno. Un inmueble que, cuan rara avis, goza de la categoría de Bien de Interés Cultural, la máxima protección que otorga nuestro Estado a las obras que, por sus cualidades artísticas y/o históricas, merecen la pena proteger.


Vicente Agustí Elguero también tiene edificios protegidos y catalogados. Tal es el caso de la citada Cárcel de Mujeres de Valencia, hoy Colegio Público 9 d’Octubre, en el que la Generalitat Valenciana volcó sus esfuerzos para conciliar lo que en Andalucía, en Úbeda, parece irreconciliable. El Ayuntamiento de  Málaga también luchó por su Prisión Provincial, también obra de Agustí y en el conjunto catalogado de la calle Cruz Conde de Córdoba también existe lo que antaño fue una antigua clínica, adscrita al movimiento racionalista, que realizaría junto con el arquitecto municipal Carlos Sáenz de Santamaría.


La Cárcel del Partido Judicial de Úbeda es un inmueble que, por sus valores patrimoniales e históricos, merece la pena proteger. Dejar que este inmueble sea demolido y se pierda supondrá un vil atentado que lamentaremos porque hay razones más que suficientes para su salvaguarda y puesta en valor.  Una vez más vuelvo a pedir a las administraciones que no comentan este grave error.




lunes, 24 de junio de 2013

FECHA DE LA TOMA DE ÚBEDA: 24 DE JUNIO DE 1233, DÍA DE SAN JUAN BAUTISTA.

El Libro de Cabildos del año 1565 de la Ciudad de Úbeda nos dice, sin especificar el año, que "el día de San Juan en junio...que fue el día en que se había ganado la dicha Cibdad..."

¿Qué hay de cierto en esto? ¿A qué año se está refiriendo?

Si bien aún los Historiadores no terminan de ponerse de acuerdo con la fecha y el día de la Toma de Úbeda, esta parece clara si examinamos diversas fuentes que hablan de ello. 

La Chronica latina regum castellae (1223-1237), escrita por el Canciller de Fernando III, Juan de Soria, nos dice que "en el invierno siguiente, era de 1271 [año 1233], en la fiesta de la Epiphanía, el rey asedió Úbeda con los nobles y no muchos pueblos del reino leonés, el pueblo de Toro, de Zamora, de Salamanca y Ledesma, que acudieron, al mandato del rey, al asecio de la citada villa en gran multitud y con mucho aparato".

La Chrónica latina es un documento coetáneo escrito, nada más ni nada menos, que por el Canciller del Rey Santo. Es decir, una persona relevante que asistió personalmente al acontecimiento de los hechos que narra. Si bien el documento latino que nos ha llegado es una copia escrita en el siglo XV, existen datos que refuerzan este año de 1233. 

Así, en un documento fechado el 17 de marzo de 1233 perteneciente al Archivo de la Orden Militar de Santiago y hoy en el Archivo Histórico Nacional se sostiene que el Rey Don Fernando entonces (marzo de 1233) "jazie sobre Ubeda con su huest" o lo que es lo mismo: en marzo de 1233 el rey está asediando Úbeda con sus tropas.

Los cronicones y alguna documentación coetánea coinciden en que el asedio y posterior toma de Úbeda fue larga y duró unos 6 meses. De esta forma al iniciarse el sitio de la ciudad "en la fiesta de la Epiphania" (6 de enero), cabe deducir que Úbeda caería definitivamente en Junio de ese año de 1233. 

En cuanto al día, dos datos vienen a confirmar la fecha del 24 de Junio: 

1. El citado Libro de Cabildos de 1565. Si bien han transcurrido 332 años desde la fecha de la Toma, es una fecha "oficial" difícil de olvidar y más aún, plasmándose en un documento oficial del libro de Cabildos. Pero hay algo más...

2. Pese a que el patronazgo de Úbeda se condece al arcángel San Miguel, la memoria de San Juan Bautista se hace patente y se perpetúa en la entrada o puerta más importante de la Ciudad: La puerta de Toledo. En la misma y como remate, existía un templete que albergaba una escultura del Evangelista y dicha puerta contaba con sendos escudos de Úbeda en un nivel inferior.

No tendría sentido que la presencia y mención de San Juan, se hiciera patente tanto en un documento oficial como el que hemos citado y de forma física, en una escultura, en la puerta más importante de Úbeda.

Existe un documento más, de octubre de 1233, que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional y que está firmado por el mismo Fernando III. Este documento tiene su sello de plomo con las armas del monarca y en el mismo se afirma que Úbeda ya había sido tomada. De esta forma, no es de extrañar que el Fernando III, en octubre de 1233, ya se esté intitulando como rey de Úbeda "Et ego rex Ferrandus regnans in Castella, et Toleto, Legione, Galletia, Belladocio, Baetia, in Matos, et Ubeta, han cartam quam fieri iussi, manu propia roboro et confirmo".

Por todo ello hoy, día de San Juan, celebramos 780 años de en que Úbeda fue tomada.