miércoles, 16 de noviembre de 2011

UNA PETICIÓN DE LA SEÑO DE CLAUDIA

María del Carmen, maestra de Claudia en el colegio, nos manda un folio con una casita en cuyo interior existe un espacio en blanco para que escribamos algo "bueno" de nuestra pequeña en esta etapa. No tuvimos que pensar mucho...

"De vivaracha mirada, eterna sonrisa que torna en un llanto fácil aunque a veces, frunce el ceño con gesto de enfado.

Despierta como la vida misma; inocente azucena que se abre en el Jardín de nuestras vidas.

Vespertino rayo de luz que enciende nuestra noche cada día. Con tu duce candor, Claudia, prendes nuestras almas, Vida Mía.

Son tantas cosas buenas las que nos has dado, las que nos estás regalando, que el papel más grande del universo, no serviría para enumerarlas.

Se nos pide que escribamos algo bueno de tí en esta etapa y tan solo se nos ocurre decir una palabra, un nombre:

CLAUDIA

Mamá y Papá (te queremos)."

martes, 27 de septiembre de 2011

LA TOMA DE ÚBEDA: ¿1233 O 1234? ALGUNOS APUNTES


Resulta curioso que a día de hoy, aún no esté totalmente claro y los Historiadores no nos pongamos de acuerdo sobre la fecha en que Úbeda fue conquistada por Fernando III el Santo. ¿1.233 o 1.234?

Pese a que Úbeda dispone de un importante e interesante Archivo Histórico, los documentos allí existentes no nos aclaran nada sobre la fecha concreta de la conquista de Úbeda. El documento más antiguo que existe en dicho archivo data de 1235 y se refiere a la vecina ciudad de Baeza. Es por ello, por lo que hemos de buscar entre los documentos de la época para intentar aproximarnos a este evento. Ellos nos arrojan mucha luz sobre la fecha.

Así hemos de mencionar, en primer lugar, los datos que nos aporta el Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Ximénez de Rada en su De rebus Hispaniae o Historia Gótica, una complilación escrita en latín y encargada por Fernado III, en el que recoge los hechos más significativos acaecidos en la Península hasta 1243. Aquí, nos apunta el año 1234 como año en el que se conquista Úbeda.
La misma fecha es la que nos aporta el Manuscrito o Anales de Toledo. Sin embargo, todo parece indicar que la fecha apuntada en estos textos, al fin y al cabo compilatorios de otros documentos, es errónea.

Parece ser que la fecha de 1233 debió ser el año en que Úbeda fue tomada. Como argumento para ello vamos a citar algunos documentos coetáneos.

El primero de ellos es la Confirmación del Fuero de Castrojériz, fechada el 3 de Marzo de 1234. En dicha confirmación, rubricada por el mismo Fernando III en Valladolid, se afirma lo siguiente: "
Facta carta apud Valleoletum, Regis exp., tertia die martii, era M.CC.LXXII. eo anno quo capta fuit Ubeta. Et ego prenominatus rex Ferrandus regnans in Castella, et Toleto, Legione, et Gallecia, Badallocio, et Baetia, hanc cartam quam fieri iussi, manu propria roboro, et confirmo.” Vemos como se refiere a la era de 1272, que en nuestro calendario gregoriano sería el año de 1234. Pero como también hemos dicho, la fecha es de 3 de Marzo, con lo que es más que posible que al mencionar la era de 1234, se esté refiriendo al transcurso del año más que al año en sí. Es poco probable que la conquista de Úbeda se realizase en pleno invierno, que por otra parte solía ser duro, como sabemos, en estas latitudes.

En este sentido y respaldando la más que probable fecha de 1233, la Crónica Latina regum Castellae (1223-1237), de Juan de Soria, Canciller del rey Fernando, afirma que Úbeda se entregó en Julio de 1233. En el documento donde se confirman los Privilegios del Monasterio de Valbuena de Duero y fechado el 19 de Octubre de 1233 en Burgos se afirma :
"Facta carta pud Burgos, XIX octobris, era M.CC.LXXI, anno quo Ubeda capta fuit".

Más tarde, ya en el 1767, en la España Sagrada, Teatro Geográfico-Histórico de la Iglesia de España, en su tomo XXIII, también vuelve a recoger el padre Florez la fecha de 1233 en el folio 324, en la cronología que realiza sobre los hechos importantes de España.

Para nosotros, a pesar de estas disquisiciones, encontramos de singular importancia dos documentos que hemos citado en este texto: La confirmación de los Privilegios del Monasterio de Valbuena de Duero, fechado, como hemos dicho, el 19 de Octubre de 1233 y la también mencionada confirmación del Fuero de Castrojériz, fechada el 3 de Marzo de 1234 y que, sin duda, al referirse al año de 1234 como año de la conquista, se refiere al ejercicio 1233-34 (hasta 3 de Marzo) como año en que se conquista la Ciudad.

Amén de esto, el propio canciller de Fernando III, afina aún más y concreta el mes de Julio de 1233, lo que viene a corroborar las hipótesis la víspera de San Juan, 24 de Junio, como fecha probable de la conquista de la Ciudad.


jueves, 4 de agosto de 2011

LAS ESTACIONES DEL VÍA CRUCIS DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD DE MADRID


La fecha del 19 de Agosto ya está cerca y, con tal motivo, me permito añadir en este blog un artículo que escribí hace unos meses para la Revista Carmelo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura. Con motivo de la participación de la figura titular de la misma, el Jesús Caído de Mariano Benlliure, me permití realizar un esbozo sobre la configuración de este Vía Crucis, de esta Magna Procesión, que ahora quiero compartir con vosotros. Incorporo el texto en su integridad.

"Este año 2011 es un año que para nuestra Cofradía, así como para Úbeda y su Semana Santa, merecerá el honor de ser recordado por la participación de nuestro Titular, el Jesús Caído de Benlliure, en el Vía Crucis organizado con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Madrid el próximo mes de Agosto.

La ardua tarea y el enorme esfuerzo que supone para nuestra Cofradía el traslado de nuestro Cristo a Madrid se verá, no me cabe la menor duda, recompensada cuando, henchidos de orgullo, veamos a Nuestro Padre Jesús de la Caída procesionar ante miles de personas y ante el Santo Padre por el Paseo de la Castellana de la capital.

Este Vía Crucis va a ser algo memorable por dos motivos fundamentales: la significación misma que encierra el acto y lo extraordinario de poder ver en Madrid catorce imágenes de la envergadura artística que atesoran y que conformarán un cuadro único que, posiblemente, jamás vuelva a repetirse.

Hemos de sentirnos afortunados y, porque no decirlo, orgullosos de que hayan contado con nosotros para este evento.

Posiblemente para muchos de nosotros resulten desconocidas las imágenes que, junto a nuestro Cristo, conformarán este desfile procesional. Es por ello por lo que, en las siguientes líneas, vamos a esbozar un breve análisis de las tallas que acompañarán a Nuestro Padre Jesús de la Caída en tan excepcional evento.

1ª Estación: Última Cena. Murcia, 1763. Francisco Salzillo.

Difícilmente podría entenderse la escultura española del siglo XVIII sin hablar del que, sin duda, fue el mejor escultor español del llamado “Siglo de las Luces”: Francisco Salzillo y Alcaraz (1707-1783).

Heredero de los más firmes planteamientos escultóricos del Barroco italiano legados por su padre, adquirirá un estilo propio que sentará precedente y será el germen de una excepcional Escuela con entidad propia dentro del Barroco español: la Escuela Murciana.
Su principal mérito estriba en la audacia de conjugar perfectamente la gracia de la escultura barroca italiana con el dramatismo hispánico. Su arte encierra un delicado y grácil naturalismo que recibirá el beneplácito de las clases más populares al resultar fácilmente comprensible y al verse éstas reflejadas en sus figuras.

A partir de 1752 inicia la popular y conocida serie de obras procesionales, de entre las que debemos destacar la Oración en el Huerto (1754), la Caída (1752), la Flagelación (1777) y la Santa Cena (1763).

Este último paso citado, el de la Santa Cena, es el que, como sabemos, abrirá el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud. El grupo, de subida calidad, está surtido por trece figuras realizadas en madera de pino que conforman el cuadro de la Última Cena compuesto por Jesús y los doce Apóstoles. Éstos están dispuestos sentados en dos grupos de seis –San Pedro, Santiago el Mayor, San Bartolomé, San Mateo, Santo Tomás y Santiago el Menor a la derecha de Cristo y San Juan, San Andrés, San Judas Tadeo, San Felipe, San Simón y Judas Iscariote al lado contrario – a los lados del eje mayor de una mesa de esquinas romas y patas en forma de garras de león.
Salzillo recoge el momento en que Jesús, en uno de los lados menores de la mesa, anuncia la traición de uno de los doce. La composición, difícil por tener que organizar tal número de figuras, es resuelta magistralmente por el maestro murciano conforme a la teatralidad habitual del Barroco. Pese a lograr una conexión natural de las figuras entre sí para configurar la escena con carácter coral, realiza un estudio psicológico pormenorizado de cada una de las imágenes dotando a las mismas de una expresividad propias en virtud de la actitud, edad y expresión misma de las figuras.

Los Apóstoles se sientan en banquetas que contienen el nombre que los identifican. Mientras, Jesús lo hace sobre un elegante sillón cumpliendo así con una clausula estipulada en el contrato para la realización del grupo.

A modo de anécdota hemos de mencionar que, para la procesión, se provee la mesa de viandas naturales que tras la misma se consumen.

El grupo de la Sagrada Cena lucirá esplendoroso el próximo mes de Agosto pues, actualmente, se están restaurando todas las figuras previéndose la finalización de este proceso en el mes de Abril.

2ª Estación: Beso de Judas. Málaga, 1961. Antonio Castillo Lastrucci.

El sevillano, Antonio Castillo Lastrucci, nació un 20 de Febrero de 1878. Desde muy joven sentirá un profundo interés por el Arte, hecho que propiciará que asista al taller del maestro Antonio Susillo y, posteriormente, a clases en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla en la década de 1890.

Recibirá su primer gran encargo en 1922 por parte de la Hermandad del Dulce Nombre de Sevilla, para que realizase el misterio popularmente conocido como la Bofetá. Desde entonces iniciará una enjundiosa carrera que lo hará figurar como uno de los autores de imaginería procesional más fecundos e importantes del siglo XX. Así, podemos citar multitud de obras repartidas por toda la geografía española. Notables ejemplos son: el misterio de Jesús en su Sentencia, de la Hermandad de la Esperanza Macarena, en1929; el Cristo de la Buena Muerte de Córdoba, fechado en 1946 o el Beso de Judas, realizado entre 1925 y 1926 para la Hermandad del Prendimiento de Málaga y que posteriormente sería sustituido por la imagen que actualmente procesiona realizada por él mismo.

Es este el paso de misterio el elegido para formar parte del Vía Crucis del próximo mes de agosto, constituyendo la segunda Estación.

El grupo, compuesto por siete figuras, presenta una teatralidad que hunde sus raíces en la tradición artística del Barroco español heredada de su maestro Susillo. Curiosamente el autor, ya en 1911, realizó un relieve en barro cocido en el que ya nos presentaba este tema.

El paso procesional recoge el momento en que Jesús es besado traicioneramente por Judas para ser entregado. San Pedro, espada en alto, pone la nota de dramatismo mientras Santiago se esfuerza en convencer al soldado romano de lo injusto del prendimiento. Un San Juan temeroso, contempla conmovido el dramático y beso.

3ª Estación: Negaciones de San Pedro. Orihuela, 1958. Federico Coullaut Valera.

Nacido en Madrid, el 25 de Abril de 1912, fue hijo del escultor Lorenzo Coullaut Valera quien también sería su maestro.

Tras la muerte de su padre, en 1932, se vio obligado a finalizar el monumento a Cervantes, iniciado por este, situado en la Plaza de España de Madrid y compuesto por 24 figuras de más de cuatro metros de altura.

Como otros tantos escultores, tras la Guerra del 36, tuvo que ganarse la vida realizando imaginería procesional, exigiéndole las Cofradías, en algunos casos, réplicas exactas de las imágenes desaparecidas.

Además de imágenes religiosas, también cuenta en su haber con un importante elenco de escultura civil. De igual forma trabajará distintas técnicas escultóricas empleando diversos materiales, desde la escultura en madera hasta el vaciado en bronce. Por citar algunos ejemplos conviene recordar el Monumento a los Hermanos Álvarez Quintero en el Parque del Retiro de Madrid (1934), la Escultura en bronce a Pío Baroja en el mismo Retiro (1979) o la Escultura ecuestre de Franco en Ferrol (1967).

Como sucedió en muchos rincones de España, Orihuela perdió gran parte de su Patrimonio Artístico en la Guerra de 1936. Entre las obras atesoradas en la ciudad alicantina, se encontraba un grupo escultórico, obra del maestro Salzillo, que ejemplificaba el momento del Prendimiento de Cristo. Unos años después de finalizar la fratricida contienda “incivil”, concretamente en 1943, se constituirá la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad de Jesús en el Paso de El Prendimiento. Tras su constitución como tal, en la segunda sesión que celebra esta Hermandad, acuerdan adquirir un boceto en barro, obra de Federico Coullaut Valera, que un año antes obtuvo la Medalla de Oro en la Exposición de Arte Sagrado de Estampas de la Pasión de Madrid.

Este sería el primer encargo que, la refundada Hermandad, hizo al maestro madrileño. Posteriormente el grupo escultórico de la Oración en el Huerto (1949) y el de la Negación de San Pedro (1958), vendrían a engrosar el rico Patrimonio Artístico de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad.

Este último paso citado es, como sabemos, el que conformará la 3ª Estación del Vía Crucis madrileño. Si bien el autor material fue Federico Coullaut Valera, el boceto es su padre Lorenzo.
El grupo se compone de 7 figuras: Jesús, que se gira buscando con la mirada a Pedro; dos judíos con lanza que lo mantienen bajo custodia; dos criadas, una de Caifás y otra de Pilatos, que parecen cuchichear sobre la relación del apóstol con Jesús; y un criado, también de Caifás, que afirma, con actitud acusadora señalando con el dedo índice, haber visto a Pedro con Jesús mientras este, atenazado por el miedo, niega hasta tres veces, conocer al Nazareno.

Destaca de este paso el hecho de cómo el autor capta perfectamente el perfil psicológico de cada una de las figuras, así como el enlazar perfectamente la escena en virtud al juego compositivo que realiza en función de actitudes y miradas. No existe idealización en los rostros, sino que intenta ser fiel a la realidad. En cuanto al estudio anatómico, que aprovecha al realizar algunas de las imágenes semidesnudas, es acertado.

4ª Estación: Jesús Sentenciado a Muerte. Madrid, primer tercio del siglo XVII. Anónimo.

El venerado Cristo de Medinaceli de Madrid conformará la Cuarta Estación de este espectacular Vía-Crucis.

La imagen, fechada en el primer tercio del siglo XVII, se adscribe a la Escuela Sevillana, concretamente al círculo de Juan de Mesa. Representa el momento en que Cristo es presentado al pueblo, un Ecce Homo como popularmente se dice en las latitudes más meridionales.

Jesús presenta un rostro afligido, cargado de un profundo dramatismo que acrecienta sentimientos devocionales. Es un Cristo maniatado por las muñecas en la parte delantera, con pelo tallado, aunque sin embargo suele ponérsele una peluca de pelo natural, elemento muy común en el siglo XVII. De igual forma es revestido con una bella túnica de ricos bordados.

Pese al momento dramático que se nos presenta, esta imagen no está exenta de un cierto aire altanero y majestuoso que la hacen destilar efluvios de divinidad y que llevan al espectador a sentimientos de compasión, respeto, introspección y veneración.

Procesiona sobre un espectacular trono, obra del malagueño Francisco Palma Burgos, realizado en 1944.

5ª Estación: Jesús cargado con la Cruz. Madrid, 1942. José R. Fernández-Andes.

Fundada la Hermandad madrileña de Jesús del Gran Poder y Macarena en 1940, tuvo como modelo a seguir a estas conocidas Cofradías sevillanas. No en balde entre sus fundadores existían sevillanos de nacimiento muy vinculados al mundo cofrade de la capital hispalense como fue el mismo autor de la talla de Cristo.

Fernández-Andes, nacido en 1908, se formó en Sevilla con Castillo Lastrucci y Antonio Illanes para, posteriormente en Madrid, seguir su formación con Lorenzo Coullaut-Valera. Por tanto, no es de extrañar que su arte esté profundamente ligado a la imaginería sevillana del siglo XX, entroncando, qué duda cabe, con la escuela barroca sevillana del siglo XVII.

Entre sus obras tenemos que destacar la Virgen del Dolor de Hellín o el Cristo de la Salud de Sevilla.

El paso de Jesús cargado con la Cruz, que constituye la 5ª Estación de Penitencia del Vía-Crucis del próximo mes de Agosto, es una recreación de la imagen del Jesús del Gran Poder realizada por maestro cordobés Juan de Mesa y que, como sabemos, procesiona en la madrugá sevillana.
Jesús, cargado con la Cruz de nuestros pecados, camina hacia el Gólgota para ser Crucificado. Abraza la cruz que apoya sobre el hombro de derecho mientras gira levemente la cabeza hacia el lado contrario. Al igual que su homónimo sevillano, presenta una corona de espinas tallada.

6ª Estación: Jesús cae bajo el peso de la Cruz. Úbeda, 1942. Mariano Benlliure y Gil.

Como bien sabemos, esta 6ª estación de penitencia está representada por nuestra imagen de Jesús Caído, realizada por el maestro valenciano Mariano Benlliure en 1942.

Es de justicia que una Semana Santa como la de Úbeda, de rancia tradición y con una subida calidad como la que atesora, se convierta en firme adalid del sentir de los creyentes de la Diócesis de Jaén a través de la excepcional imagen de Nuestro Padre Jesús de la Caída.

Las cualidades plásticas y artísticas que esta imagen atesora son de todos conocidas, sin embargo hemos de destacar la idea que, con nuestro Cristo, Benlliure nos quiso transmitir: nuestra Fe Cristiana debe infundirnos la fortaleza necesaria para poder levantarnos en aquellos momentos caigamos, cuando desfallezcamos, al igual que lo hizo Cristo por la salvación de todos los hombres.
Para no cansar al paciente lector y por estimar que nuestro Cristo es sobradamente conocido por todos nosotros, no vamos a detenernos en realizar un análisis pormenorizado del mismo. Para ello, fácilmente podemos remitirnos a publicaciones anteriores de esta Revista dónde se da cumplida cuenta de ello.

7ª Estación: El Cirineo ayuda a llevar la Cruz. León. Anónimo.

“Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase en pos de Jesús”, San Lucas 23, 6.

La imagen de Jesús Nazareno, fechada en la primera mitad del siglo XVII, se adscribe a la Escuela Castellana, concretamente al círculo vallisoletano imitador del arte de Gregorio Fernández por sus características formales. De la primitiva imagen tan solo se conserva la cabeza, aunque no sin ciertas modificaciones como serían el pelo tallado.

Ya en el siglo XX, Víctor de los Ríos se encargaría de recomponer la obra a partir de la cabeza así como de realizar la figura de Simón de Cirene (1946) que, en gran medida, mantiene notables vínculos con la imagen de Simón que procesiona en el paso de Jesús Nazareno de la vecina y cercana localidad de Linares.

La cabeza de Jesús presenta rasgos característicos que la adscriben a los seguidores de Gregorio Fernández, por tanto hay que enmarcar esta obra a la Escuela Castellana de Escultura del siglo XVII sin atrevernos a apuntar nada, por carecer de documentación, sobre el autor de la misma.
El Nazareno presenta ojos grandes y expresivos, una la mirada dirigida al cielo, aunque ligeramente descentrada. Presenta la boca entreabierta que permite ver la dentición y lengua. El tratamiento del pelo, bien resuelto en virtud de mechones que caen por el cuello, permite ver el pabellón auricular derecho. La barba, partida y alargada en la zona de la perilla, acaba en forma apuntada acentuando los rasgos enjutos de Cristo.

Está tocado por una corona de espinas tallada que, junto a la policromía de la sangre que cae por el rostro y la expresión misma de la imagen, acentúan el dramatismo, elementos muy característicos de la imaginería de nuestro Siglo de Oro.

8ª Estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús. Jerez, 1976. Francisco Pinto.

El paso jerezano que asistirá al Vía Crucis madrileño presenta dos figuras realizadas por distintos autores. Así, la imagen de la Verónica es realizada por el ya mencionado Antonio Castillo Lastrucci mientras que la imagen de Jesús es obra del maestro jerezano Antonio Pinto Berraquero (1924-2004), discípulo de Marco Pérez, José Capuz y Juan Luis Vassallo.

Pese a realizar obras que vinculan su estilo a la vanguardia artística española del siglo XX, tanto en pintura como en escultura, destacamos aquí sus obras para procesionar existiendo imágenes salidas de su gubia en su Jerez natal, Puerto de Santa María o Córdoba.

En este sentido, sus obras de imaginería enlazan con la tradición escultórica barroca del siglo XVII, presentando un naturalismo no carente de cierta idealización que nos ha proporcionado bellas estampas y que, a nuestro entender, enlazan en cierto sentido con el maestro valenciano Mariano Benlliure.

Paco Pinto nos presenta a un Jesús del tipo Nazareno, con la cruz acuestas que apea sobre su hombro izquierdo. El brazo contrario se extiende con objeto de atenuar el balanceo que propicia el peso de la misma. La cabeza queda bien definida por un dibujo excelentemente resuelto y un modelado de líneas suaves.

La imagen va vestida con túnica, entroncando con la ya conocida tradición hispánica de vestir a las imágenes devocionales.

Junto a este Cristo, podemos destacar otras obras del mencionado autor. Así la imagen de Jesús orando en el huerto del Puerto de Santa María o el soberbio Cristo de los Favores de Guadix, del que podemos ver la foto anexa, realizado a principio de la década de los 60.

9ª Estación: Jesús despojado de sus vestiduras. Granada, 1989. Manuel Ramos Corona.

La Hermandad granadina del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, María Santísima del Dulce Nombre y San Juan Evangelista, será la encargada de representar a la Diócesis granadina en el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud.

El paso procesional, obra como queda dicho del sevillano Manuel Ramos Corona, único artífice vivo de todos cuantos exhiben imágenes para el evento, presenta un total de 7 figuras.

La imagen de Cristo sería bendecida en 1989, mientras que el resto, los dos sayones, los dos romanos, la Magdalena y el Cirineo, serían realizados por el mismo autor en la década de los 90.
El paso, de enorme carga dramática, resuelve una escena compositiva con múltiples mensajes en el que el tema central es Cristo mientras está siendo despojado de sus vestiduras. El Centurión se esfuerza por contener a una María Magdalena de rostro compungido, mientras el soldado romano ayuda a Simón con la Cruz. De igual forma, los dos sayones, uno de ellos con un Cáliz en la mano prefigurando la Sangre de Cristo convertida en vino en el Misterio de la Eucaristía, rasgan las vestiduras de un Jesús que mira al cielo en actitud de súplica dejando entrever un torso bien definido y anatómicamente potente.

Son numerosas las obras que Ramos Corona tiene distribuidas por toda la geografía nacional. Únicamente, a modo de ejemplo, citaremos el San Juan Evangelista de la Hermandad de la Cigarreras de Sevilla (1991), el Cristo y Misterio de la Sagrada Mortaja de Écija (1993) o la Flagelación de la cercana y vecina localidad de Jódar.

10ª Estación: Jesús clavado en la Cruz. Zamora, 1885. Ramón Álvarez.

La Crucifixión de Zamora, obra del imaginero zamorano Ramón Álvarez (1825-1889), será la encargada de procesionar en la 10ª Estación de Penitencia.

Realizado en madera de pino y expuesto en el Museo de Semana Santa de Zamora, sería tallado en 1885, apenas unos años antes de su muerte, constituyendo el paso procesional más grande que realizaría para la Semana Santa zamorana.

Es una composición que vierte un profundo dramatismo por la actitud misma de las diferentes figuras. Un elegante centurión romano sirve para introducir al espectador en la escena, recurso muy utilizado en las composiciones plásticas del barroco. Contrasta la actitud sumisa de Cristo con el talante extremadamente violento de aquellos que lo sujetan para crucificarle. Mientras, San Juan, la Virgen y la Verónica, acentúan la impresión trágica que, al contemplar el paso, se traslada al espectador.

La dificultad para representar la escena es resuelta de forma acertada al disponer a las distintas imágenes de forma tal, que se crea una rampa visual ascendente, es decir, la figura que sujeta los pies de Cristo para que sean clavados, con las rodillas en el suelo; la Cruz se va elevando al estar apoyados los brazos de la misma sobre rocas, mientras, los sayones, uno con el martillo en alto y otro tirando de una cuerda, se sitúan en un plano algo superior. Finalmente cierran el grupo las dos Marías y San Juan que, por sus distintas actitudes y disposición, vuelven a generar una línea compositiva ascendente.

La formación autodidacta del autor no sería obstáculo para legarnos obras de gran factura que, en su mayoría, se circunscriben a la geografía zamorana, especialmente a la Semana Mayor de aquella ciudad. Por citar alguna obra más de aquella localidad haremos mención a la austera pero bella Virgen de la Soledad, de 1886, o al Jesús Resucitado de 1873, donde aprovecha para mostrar su excelente técnica en el tratamiento del desnudo.

11ª Estación: Jesús muere en la Cruz. Málaga, 1941. Francisco Palma Burgos.

El conocido Cristo de Mena, de incuestionable devoción el Málaga, será el encargado de representar la undécima estación en la que Cristo expira en la Cruz.

Realizado, como sabemos por el malagueño Francisco Palma Burgos en el año 1941, esta imagen vino a sustituir a la desaparecida en 1931 y que realizó el maestro granadino Pedro de Mena.

Pese a que se estipuló al ser encargada la misma que fuese como la original del siglo XVII, Palma Burgos introdujo algunas variantes que conformaron la magnífica imagen que hoy procesiona y que recoge el sentimiento devocional de miles de personas.

Nos presenta a un Cristo inerte en la Cruz, de una anatomía bien conformada y estudiada. La cabeza, muy del tipo de las obras de Palma, presenta la boca entreabierta, el pelo minuciosamente tratado en virtud de mechones bien definidos cayendo hacia adelante por la posición misma de la cabeza. La barba, como suele ser habitual en sus Cristos, se parte en dos en la zona de la perilla y apoya en el pecho. La cuenca de los ojos se enfatiza con objeto de acentuar un dramático claroscuro muy del gusto barroco.

Podríamos citar decenas de obras realizadas por el fecundo maestro malagueño. Ejemplos en Úbeda y en nuestra provincia no nos faltan, sin embargo mencionaremos el también malagueño Cristo de la Sangre, de 1941, o el grupo de la Piedad, realizada en el mismo año para su ciudad natal.

12ª Estación: El Descendimiento. Cuenca, 1951. Luis Marco Pérez.

Marco Pérez es, sin la menor duda, el escultor de la Semana Santa de Cuenca.

Nacido en la pequeña localidad conquense de Fuentelespino de Moya en 1896, desde muy pequeño sentirá una profunda atracción por la talla en madera, no en balde su padre era carpintero. Con 12 años se traslada a Valencia hasta que, en 1919, una beca le permite ir a estudiar a Madrid donde se formará con distintos maestros. Conocerá Italia, donde se imbuirá del clasicismo irradiado por el país transalpino.

Más tarde, ya de regreso a España, sus dotes creativas se encauzarán hacia la realización de numerosas obras, sobre todo en Cuenca, conjugando esta labor con la enseñanza.

El paso del Descendimiento de Cuenca presenta una composición piramidal que armoniza la representación del momento en que Cristo es bajado, ya muerto, del madero. Su cuerpo es sostenido por José de Arimatea, que lo sujeta por detrás, y por Nicodemo que lo hace por el torso. Mientras, más abajo, ambos son ayudados por San Juan que, con rostro afligido, retiene las piernas.

La disposición misma de estas figuras resuelve una composición helicoidal que confiere dinamismo a la escena. María Magdalena arrodillada y María Virgen en pie, terminan de conformar este paso del Santísimo Cristo de la Salud.

La excelente factura que presenta este grupo recuerda, en determinados detalles, a obras de la Escuela Castellana del siglo XVII. Así, la cabeza de Cristo, presenta un modelado que lo vincula al arte del maestro Gregorio Fernández.

Podríamos citar numerosas obras de excelente calidad surgidas del buen hacer del maestro conquense, sin embargo, para no cansar al paciente lector únicamente nombraremos el Ecce Homo de San Gil realizado en 1948 también para Cuenca.

13ª Estación: Jesús en los brazos de su Madre. Valladolid, 1625. Gregorio Fernández.

Hablar de Gregorio Fernández (1576-1636) es hablar de un genio, del gran maestro y máximo exponente de la Escuela Castellana de escultura del siglo XVII.

Multitud son las líneas que se han escrito sobre el maestro gallego y su obra. Resulta obvio que no vamos descubrir nada nuevo si enfatizamos el hecho que fue un creador de tipologías que son auténticos modelos para la Historia del Arte. Así, el Yacente, la Piedad o Cristo en la Columna, encontrarán un feliz eco al constituir, como hemos dicho, modelos a seguir a lo largo del tiempo.

De Gregorio Fernández hemos de destacar, amén de su maestría técnica, la enorme virtud de dotar a sus creaciones de un verismo y un dramatismo que tendrá un profundo calado en el norte peninsular, en un primer momento, y en todo el territorio peninsular posteriormente. Para ello, no dudará en utilizar postizos: ojos de cristal, lágrimas de resina, uñas de marfil…, todo ello con el único fin de acentuar el realismo y el hondo patetismo con el que dota a sus imágenes.

El paso de la Piedad refleja fielmente esto que acabamos de apuntar más arriba.

Realizado en 1625, puede admirarse en el Monasterio de las Descalzas Reales de Valladolid. Nos presenta a María con los brazos abiertos y rostro mirando al cielo con clara expresión de dolor. Cristo, apoyado sobre la pierna derecha de su Madre, deja caer su brazo inerte tras la misma acentuando el dramatismo de tan sobrecogedora imagen.

El cuerpo de Cristo presenta una rotundidad clásica que subyace sobre el patetismo y dramatismo barroco que encierra el conjunto.

La composición está pensada para ser vista de forma central, no en vano iba a ser destinada para formar parte de un retablo, lo que hace entender que la parte trasera del grupo no estuviese tallada. Con el fin de procesionar, se le harían ciertos arreglos en este sentido que la facultaran para ello. Presenta una luminosa policromía esplendorosa, recuperada tras la restauración al que el grupo fue sometido con motivo de la exposición de las Edades del Hombre de Valladolid, donde pudo admirarse junto al paso de la Redención de Zamora, obra de Mariano Benlliure.

14ª Estación: Jesús es sepultado. Segovia, Primer tercio del siglo XVII. Gregorio Fernández.

El maestro Fernández, con un taller pródigo en realizaciones de imaginería, insistirá una y otra vez en abordar determinados temas que hoy constituyen un modelo para la Historia del Arte siendo obras mundialmente conocidas.

Además de las múltiples imágenes de la Piedad, también realizará más de una decena de Cristos Yacentes en su mayoría circunscritos al ámbito vallisoletano. Otros, en cambio, pueden gozarse y admirarse en distintas ciudades como son el de Lerma (Burgos), el del Pardo en Madrid o éste de Segovia, realizado según el Marqués de Lozoya a partir de 1614, inmediatamente después del Yacente del Pardo.

Gregorio Fernández nos presenta a un Cristo inerte, con una perfección en el modelado y una belleza de líneas pocas veces conseguidas en escultura. Resulta sobrecogedor admirar esta imagen que exhibe una perfección anatómica tal, que exacerba el patetismo al ahondar en los más mínimos detalles que dotan a la misma de un verismo inusitado y que, irremisiblemente, mueve los más básicos sentimientos devocionales en el espectador.

La policromía viene a enfatizar todo el excelso tratamiento técnico que Fernández insufla a sus imágenes y que, en el caso de los Yacentes, el maestro aprovecha para hacer una alarde cromático en virtud de las tonalidades que la carnación adquiere en un cuerpo cadavérico.
Estas mismas cualidades en el tratamiento de las texturas, son observables en el almohadón sobre el que descansa la impresionante cabeza de Cristo, dónde utiliza motivos vegetales como si estuviesen bordados, y en el sudario que, a modo de paño de pureza, envuelve el cuerpo inerte de Jesús.

A nuestro modo de ver, la inclusión en el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud de sendas obras de Gregorio Fernández, constituyendo ambas las dos últimas Estaciones de Penitencia, componen un acertado colofón a este extraordinario evento que merecerá ser recordado como lo que será o debe ser, una expresión única del sentir y la tradición española así como una excelente muestra del buen hacer de los maestros imagineros españoles.

Esperamos que estos breves párrafos sirvan al lector para entender un poquito más la importancia de este Vía Crucis que, al margen de motivaciones religiosas que siempre deben estar presentes en los cofrades y en los cristianos, constituirá una Procesión única en la que, todos los asistentes, podremos disfrutar de estas excepcionales obras de la imaginería española.
Os animo, finalmente, a acompañar a nuestro Cristo a Madrid. Os aseguro que seremos testigos de un evento que permanecerá por siempre en nuestras retinas y en nuestros corazones."*

Cerrará el cortejo la dulce imagen de
Nuestra Señora de Regla, de la Hermandad conocida de los Panaderos de Sevilla, atribuida Luisa "la Roldana" y realizada en el último tercio del siglo XVII.

*Publicado en Carmelo, nº 9. Abril de 2011. www.cristodelacaida.es

martes, 17 de mayo de 2011

PASEANDO POR EL ALBAYZÍN


Como no emocionarse ante tanta belleza, ante tanto sabor, ante tanto aroma centenario que nos embriaga mientras subimos por su intrincadas callejuelas. Como no sentirnos transportados a un tiempo esencial, a caballo entre la leyenda moruna y la devoción cristiana.

Mientras paseo por el Albayzín, me transporto, mi cuerpo, mis sentidos se dejan llevar por los sonidos, los olores, las visiones que se enmarcan para siempre en el alma. Cómo no entender el llanto de Boabdil, como no entender a quienes se aferran, quienes aún se resisten a alejarse de este lugar. Yo soy uno de ellos y aún me resisto. Es por ello por lo que cada cierto tiempo necesito perderme en sus rincones, necesito respirar su aire, empaparme de lo que de allí mana y regocijarme al sentirme un privilegiado que reconoce sus pliegues.

Doy gracias al cielo por volverme a permitir pasear por el Albayzín.