viernes, 4 de septiembre de 2009

LO MEJOR PARA CLAUDIA


Hace tres años mi casa comenzó a llenarse de objetos que, hasta aquel momento, había visto y percibido como algo lejano y ajeno a mi vida.

Tras pintarser en crema y rosa una de las habitaciones, aquella que dejámos para invitados, llegó la bañera, y con ella el moisés, y una cuna de madera en color crema. Cambiamos el cabecero y la mesita de noche, hechos en madera rústica, por la elegante y delicada forja que confería a la habitación, a nuestro entender, un carácter acogedor y delicado para el que estaba destinado a ser dormitorio de nuestra pequeña.

Claudia vino a nuestro mundo una lluviosa y recién estrenada madrugada del 23 de Noviembre. Largas fueron las horas previas, horas que se me antojaron interminables días.

Con Claudia llegaron a nuestra vida los pañales, las cajas de leche en polvo, las minúsculas ropitas con los más delicados acabados. También llegaron los llantos, las nanas, los largos días en el trabajo y las largas noches en vela y, por supuesto, los más delicados y tiernos besos que, Inma y yo, jamás habíamos dado hasta aquel momento.

Aquel invierno se llenó de luz, sonrisas cómplices, ternura y felicidad para nosotros y nuestros familiares más cercanos. Más tarde vendrían los desencuentros más triviales pero no por ello menos tópicos del
"levantate tú ahora que yo lo hice antes".

Pero lo cierto es que Claudia, como podéis imaginar, ha cambiado nuestras vidas.

A lo largo de estos casi tres años hemos aprendido a caminar en casa sin tropezar con muñecas, balones, cubos, pluches y demás trastos que conforman el repertorio de propiedades de una niña pequeña, sus tesoros más queridos.

Sus primeros e inseguros pasos se fueron transformando, como por arte de magia, en torpes y patosos andares que derivaron en las alocadas carreras que aún hoy practica. La expresividad de aquellos ojos abiertos que parecían mirarme atentamente aquella madrugada de Noviembre de 2006, fue dejando paso a los primeros balbuceos de su pequeña boca, a las primeras palabras y a conversaciones que, no por ser ya habituales, dejan de sorprendernos y hacernos reir a todos aquellos que conformarmos su pequeño universo.

Hoy Claudia, mi niña, nuestra niña, se encuentra a las puertas de uno de los acontecimientos más importantes de su corta vida. Ahora, mientras duerme, no es consciente, aunque le hemos hablado de ello que, en unos días, irá al Colegio.

Claudia no ha ido a Guardería. Los padres de Inma se han ocupado de ella todas las mañanas laborables de estos casi 3 años. Mi pequeña pués, se dispone a salir y a enfrentarse por primera vez, a un mundo que le resulta a todas luces ajeno y desconocido.

Por su carácter fuerte y extrovertido, estoy convencido que se adaptará a la nueva situación sin problemas. Sin embargo, comparto con Inma cierto resquemor, no ya al posible llanto de mi hija el próximo día 10, que no lo creo pero sí estoy convencido del de su madre, sino un cierto temor a lo que Claudia pueda encontrarse en el mundo que está a punto de mostrársele.

Mi hija tiene una vida por delante, una vida en la que, como sabemos, alegrías y miserias están separadas por una línea muy frágil y delgada. Tendrá que aprender a reponerse, como tantas veces ha hecho ya, de las caías; tendrá que aprender a enfrentarse a un mundo que, en ocasiones puede llegar a ser maravilloso y que en otras puede resultarle hostil. Nosotros estaremos junto a ella en todo momento. Procuraremos que llegue allí donde se proponga y deseamos, como cualquier padre, que sea al mejor de los lugares.

Pienso mucho en la educación y en la formación de Claudia. Supongo que, como cualquier padre, quiere lo mejor para su hijo, los mejores educadores, los mejores recursos y que con esos mimbres, alcance una posición de privilegio que la mantenga al margen de todo lo negativo que hay en este mundo. Educadores y padres, en armonía pienso, nos debemos a esta loable tarea por el bien de nuestros hijos.

Únicamente espero y deseo que, el próximo día 10 de Septiembre sea para Claudia, el comienzo de una fructífero camino que la conduzca a la Felicidad, formándose, en estos años venideros, como una persona de bien por sí y para los demás.

Te quiero enana.

1 comentario:

  1. Mis mejores deseos para Claudia, en esta andadura tan importante que comenzará en breve. Mi hijo mayor comenzará educación Primaria, pero el menor se enfrenta también, igual que Claudia, (que por cierto, es preciosa), a su primer día de colegio, colegio. En ese mismo colegio en el que tú y yo fuimos compañeros en la desaparecida E.G.B. Lo que es la vida. Tanto tiempo sin tener contacto contigo y, ahora, a través de los blogs y del foro Cruz de Guía, recibo noticias tuyas. Saludos, Ciribulle, de parte de un viejo amigo y compañero de clase. Pedro Cruz López.

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