Foto de José Ruiz Quesada |
Se cumplen trece años de la declaración de
Úbeda y Baeza como ciudades Patrimonio de la Humanidad, reconocimiento que
realiza la UNESCO por la excepcionalidad y calidad de sus centros históricos
adornados ambos con joyas excepcionales del Renacimiento.
Desde entonces, y año tras año, pan y
circo para recordar aquella efeméride del año 2003. Pero poco más.
Las recomendaciones realizadas por ICOMOS
y vinculadas a la declaración y los compromisos adquiridos en este sentido por
ambas ciudades aún siguen sin cumplirse. En especial la necesaria creación de
un organismo conjunto que venga a velar por ese magnífico patrimonio, día tras
día, año tras año, languidece ante falta de un compromiso real por parte de
ambas corporaciones que venga a dar cumplimiento a lo que prometieron en el año
2003.
Lejos de recuperar patrimonio, este
se ha perdido o se está perdiendo a causa de una injustificada dejadez, cuando
no capacidad personal de algunos de nuestros representantes en estos años que
no han movido ni un solo dedo en este sentido. Así, aún vemos como la mayor
parte de los inmuebles históricos y con un elevado carácter estético de ambos
centros históricos permanecen cerrados, ajándose y caminando hacia situaciones
lamentables que resultan inexplicables; o los cientos y cientos de cables que
contaminan visualmente los centros históricos y que, pese a existir normativas
locales y regionales en este sentido, se obvian una y otra vez afeando y
desvirtuando nuestros centros históricos.
Falta determinación y compromiso. Falta el
ser conscientes de que esto, el elemento patrimonial, es el principal valor de
estas ciudades y que sin un plan que asegure se salvaguarda y una apuesta
decidida por la recuperación de lo hoy en día aguanta a duras penas, ambas
ciudades estarán amenazadas en uno de sus principales y más importantes valores
Es potente la línea que separa la mediocridad de la excepcionalidad y aquí,
desgraciadamente, parece que nos encontramos cómodos en el lado más bajo del
escalafón pero, eso sí, sacando pecho (o Título) que no supone más que vivir de
las rentas y al que poco lustre se le concede.
Lo malo será cuando tan solo nos quede un
poco de pan y algo de circo. Pero seguramente sigamos siendo felices por aún
tener algo que comer y algo de diversión.
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